Hoy el té que quiero compartir
está dedicado a mi padre
que ayer cumplió 90 años.
El vivió su infancia y juventud en el campo
al que ama más que a su vida.
Yo conozco de sus pasiones por aquella tierra
porque de pequeña,
como ya lo he contado,
me llevaban a recorrer los sembrados.
A mí el campo siempre me dio tristeza;
de niña pensaba que estaba lleno de almas
que buscaban sus espacios:
amores, recuerdos, hijos...
Esta imagen me recuerda a la laguna de mi tío
con sus patos pequeños
y sus flamencos...
No recuerdo que haya tenido cisnes.
(la taza muestra sus flores silvestres)
Yo me quedaba extasiada mirándolos...
Mi tío tenía en su granja
muchos animales exóticos:
pavos reales, faisanes...
(Este es uno de mis cactus que tengo en una ventana
donde le da el sol por las mañanas)
Aquellos caminos escribían historias
inconclusas que se remontaban
a tiempos pretéritos,
cuando el silencio era refugio
para tantos corazones
como el de mi padre
que siempre fue solitario.
Acuarelas guardaban secretos
en las horas inocentes,
mientras la noche lo llevaba,
bajo la rigidez de mi abuelo,
a dormir sin el postre.
(las cucharitas son de 1900)
Él se dormía con un dolor profundo
mientras su madre,
mi abuela,
lloraba...
en su habitación
o abrazada a sus hijas:
María del Carmen y Melanie
Los ecos se tornaban perpetuos
en la casa antigua
que palpitaba en sus heridas
buscando olvidos
para suavizar el gris
de las palabras.
Mi abuela vivió,
a pesar de sus dolores y tristezas,
97 años;
mi padre es su espejo.
VUELO
Hombre bajo oscuros techos
que escribes tus memorias
en tus caudalosos días.
Aún sientes la inocencia temprana
en tu manos de fértil labrador
y envuelto
en la blanca nube de vapores
te entregas a la venturosa siesta
de tu arado.
Entre grutas y murallas
peinas la roca,
alejas a la lumbrera de noche,
entretejes tu vivienda
con ceibos, acacias y jazmines.
¡Omnipotente siervo de la tierra
recoge las nocturnas horas
de tu soledad errante
y traza tu camino
sin cortar el aire tenebroso
ni dejar que el tiempo de consuma!
Luján 2013