La verdad es que siempre me ha costado mucho saber en qué categoría entran mis novelas. Escribo como lo siento, como puedo... No intento crear un estilo, tampoco quiero salir de él. Me interesa ahondar en la parte psicológica de los personajes porque soy muy observadora y me inspiran los hechos de la vida, lo que nos pasa a todos: verdades, egoísmos, vacíos, alegrías, ausencias, llanto, disfrute... el gozo y la felicidad de lo simple.
Leí en una nota que la novela literaria tiene la visión de aquello que rodea al ser interno y externo de los personajes. El centro de una obra es una idea sobre la vida, un punto de misterio arraigado a lo profundo y ese centro construido no sólo de la inspiración sino de la técnica. La relación entre las partes de la obra, del estar dentro de la novela en espíritu como también físico, de trabajo, de oficio.
En la novela literaria los objetos que rodean a los personajes resultan extensiones emocionales de ellos mismos y despiertan en nosotros una sensación de saber profundo y esencial de lo que significa existir en este mundo y la naturaleza de ese sentido.
No hay que olvidar que en las novelas hallamos sensaciones y experiencias que nos faltan, cuando más contundente sea más dolorosa será la insuficiencia. Es decir, quedamos con cierto dejo de tristeza, de inconformidad, por no poder ser parte en esa historia, en esa otra realidad de vivir y sentir como el personaje.
El valor de la lectura recobra fuerza, no es un pasatiempo, sino que al leer se busca el significado de la vida: pulir la visión del mundo. Esto significa que a la hora de leer una frase en una novela nos queda ese mensaje, una enseñanza... Producto de los grandes escritores, una literatura que trasciende...
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No creo escribir así, ni cerca, pero me siento algo identificada con estas opiniones.
Besos a todos.