Querido Juan:
Te acuerdas lo que te dije aquella noche...¡Estábamos tan solos!. Detrás del muro enorme buscábamos nuestras lágrimas, tu silencio y el mío, la señal. Había un secreto que elevaba la reja provisoria y un eco se transformaba en holocausto. Estabas llorando, ¿por qué?.
La distancia se acortaba en miradas de un día que emergían de tus ojos solitarios y tu voz quebrada no dejaba espacio a las palabras. Ya nada tenía sentido.
Yo sé que mañana el gran silencio de postigos cerrados traerá tu ternura, una libertad de rejas calladas y preguntas sin respuestas. Caminaré mirando mis huellas de pasajera y víctima, sin lástima; sentiré tu ojos de melancolía llorar abrazados a los míos. El dolor manejará los tristes hilos de tu destino. Pasarán años de espera; yo abriré mis ojos demasiado sombríos para ver el desvalido niño que llevo dentro, recordaré tu adiós y aquellas manos aprisionadas... Vendrá tu mirada a dormir al recodo de mis sueños, traerá la paz en el perdón y al amanecer resucitarán la vida, dejando el brillo de tu sonrisa.
Te amo.
El sol no ha salido a ver el día y las lágrimas huyen con los grillos al costado de la noche.
Es temprano para esperarte.
María
-----------------------------------------------------------------------------------L.Fraix-1999
Participó en la antología CARTAS DE AMOR-CATHEDRA.