-Las noches se dibujan con sueños, sabes-le decía a Milo que la miraba arrobado con un sopor de gato aniñado.-En el cielo está Santiago que llora porque quiere regresar; en ese momento tiembla la tierra y se desprenden los cristales para formar nuevas estrellas diamantinas donde irán a vivir otros bebés.
Rosaura estaba obsesionada con ese firmamento abovedado y mágico que parecía arrastrarla a los confines. Se aferraba a un vestigio de ternura en un coloquio íntimo, a vuelo de pájaro, para inventar vivencias con palabras imaginadas.
-¡Ven a cambiar a Rubén!-se escuchó una voz.
Magdalena la estaba llamando para que fuera a atender a su hermano porque ella estaba haciendo la comida.
Había olor medicinal en ese cuarto; los eucaliptos daban sombra sobre la ventana y en el borroso espejo se veía una imagen: la madre-niña que sabía lo que era la melancolía porque alguien la había elegido para ocupar ese lugar, para servir a los demás sin pedir nada a cambio.
L.Fraix
---------------De QUERIDA ROSAURA
¿Cuánto dura el amor?
La eternidad.
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