Julián Cosa Río (el esposo de Manuela)
Julián venía a su encuentro con Encarnación en los brazos que se agitaba con intenciones de empezar a caminar. Él la amaba sin condiciones porque la criatura era su mitad, la parte verdadera de su yo, el recuerdo desordenado de Rocío y el añoso rostro de sus penas. Tenía su mismo carácter: rebelde, omnipotente, encendido… y lo llamaba con balbuceos sin reparar en su madre.
Manuela, con un jarro en las manos, desaliñada y torpe, los miraba como quien ve un espacio de niebla detrás de un árbol caído. La soledad de su alma cambiaba cuando su mente, arbitraria, le acercaba visiones de un ayer penoso, entonces se refugiaba con su angustia y se entregaba al aroma del romero, de la salvia y del tilo con los ojos enrojecidos y los bolsillos repletos de amuletos.(fragmento)
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Julián era una persona que amaba la libertad, le gustaba vivir bien pero puertas adentro. Nadie debía enterarse de que era una persona de fortuna. Amaba a Manuela con su inmadurez porque ella era un ser puro que lo sorprendía con sus debilidades. Él necesitaba dominar la situación pero no se daba cuenta que ella, a pesar de su insignificancia, lo manipulaba... Julián, un hombre frívolo, con los años se transformó en un adulto dolorido, que sólo pensaba en la vida que se le iba de las manos.
De---El silencioso GRITO de MANUELA