El 27 de febrero de 2001 fue un día muy especial.
Alguien llegó a apagar las lágrimas y a sanar los cuerpos y las almas.
Se llamó Milagros.
Rosaura la amó desde el primer momento en que la vio y esperó que su cuerpo algodonado le diera el calor y las fuerzas para continuar viviendo.
Después, cuando se fue a estepas heladas, Millie recorrió los cuartos vacíos de la casa de tejas coloniales y lloró sobre su cama con almohadones rosados, buscando aquel abrigo.
Frente a la lasitud del tiempo y su distancia, ella siguió siendo una criatura sabia que, con su amor, pudo llenar los vacíos y mitigar el dolor y la soledad del espíritu.
Continuó siendo niña como aquel día de verano cuando saltó imprevistamente sobre el pie de María (la hija de Rosaura) y la miró con sus ojos chinescos.
"Los animales eligen a sus dueños", dicen.
---------------------De Querida Rosaura (novela)