Hay dos caminos a la sabiduría:
el clásico, el del sabio,
que se sienta y mira la montaña
y comprende el sentido de la vida contemplando
y el del guerrero
a quien no le alcanza
con mirar la montaña: tiene que intentar escalarla,
y su aprendizaje viene de la acción,
no de la contemplación.
Todos poseemos la misma capacidad
de entendimiento pero necesitamos creer
en las revelaciones que nos trae la vida cotidiana.
Antes de lanzarnos a la actividad del día,
es importante detenernos.
Esto nos permite reflexionar sobre nuestras prioridades,
las actitudes ante un problema,
las decisiones que tomaremos.
Anónimo