Modigliani fue pintor y escultor italiano
perteneciente a la Escuela de París.
La capital francesa es el centro cultural de Occidente.
Se está gestando el arte moderno:
las calles de Montmartre y Montparnasse,
colonia de artistas,
están en plena ebullición.
Si bien Modigliani no encaja nunca en el rompecabezas
de los movimientos artísticos, hace propio el ánimo vanguardista
de la época.
Aquí se perfilan su estilo de pintar y su estilo de vivir,
que pasarían ambos a configurar el mito con el que pasará
a la historia.
Amedeo es el "Último verdadero bohemio".
Hace de su arte una radical afirmación de la vida,
y de su vida una obra de arte.
Sin embargo,
este compromiso es más fuerte que él:
"cada pincelada me chupa la sangre".
Año tras años, su enorme voluntad
lo lleva más lejos,
pero sus circunstancias lo debilitan en una pugna fatal.
A principios de 1918 se refugia en Niza, ciudad costera,
junto con Jeanne, su devota compañera.
La luz del mediodía se cuela en su paleta y en su vida:
aquí nace su hija, Jeanne, y aquí pinta sus retratos más recordados,
a los que dota de las miradas más íntimas, misteriosas y eternas.
Sin embargo,
este respiro sería breve, Amedeo contrae una meningitis tuberculosa,
fulminante embestida final.
El 24 de mayo de 1920 muere en el hospital de la Caridad
y horas después, Jeanne, embarazada de nuevo,
se arroja desde un quinto piso.
Sus funerales son multitudinarios:
a veces, al mundo del arte le lleva mucho más tiempo reconocer
la grandeza de lo que al ser humano
más simple y puro le toma sentirla.
Jeanne Hebuterne
a Amedeo Modigliani
Desnudez en las formas,
pureza y encuentro,
tan sólo palabras
que el tiempo descubre...
en pinceladas de color,
pretéritas,
ahogando la dicha
con adiós de poeta.
Luján Fraix