Mary Cassatt |
Siempre fueron mis amigos fieles, el amor hecho presencia...
Los cuidaba más que a mis juguetes,
sentía que eran vidas sin abrigo...
El sentimiento llamaba a la puerta
de los susurros para decir:
Acá estoy...
Mi madre los adoraba...
Contaba que, en su granja de campo, solía llevarlos
en el delantal de cocina
cuando escapaban de sus cunas rumbo a la casa...
Siempre me gustaron los gatos.
Solía llamar a uno blanco y negro que,
por la calle de tierra, salía en las noches
a hacer su ronda.
Eran muñecos de felpa
que me querían mucho
y que yo, entre caricias,
les entregaba mis primeras palabras, todo mi amor...
Sabía dónde estaba mi felicidad.