EL BAUTISMO DE LOS BARCOS
A lo largo de la historia,
la botadura del barco a algo tan impredecible como el mar,
se ha asociado a prácticas destinadas a atraer la buena suerte.
¿Alguna vez se preguntaron por qué se utiliza una botella de vino
o de espumante para bautizar los barcos?
Esta ceremonia proviene de diferentes tradiciones,
según la cultura y el tipo de embarcación.
En el Mediterráneo,
se acostumbraba a verter una copa de vino en el mar
para aplacar al dios POSEIDÓN.
Esa misma copa,
generalmente de un metal precioso,
se lanzaba al agua como ofrenda.
En la costa francesa existe otra costumbre: un pesquero nuevo debe tener cinco orificios o hendiduras ubicadas diagonalmente en el mástil, rellenas con pan bendito, y un puñado de monedas de plata y oro ocultas en el travesaño del mástil, a fin de atraer los bueno augurios.
Se dice que trae mala suerte si la botella no llega a romperse. Cuando tal cosa ocurre, no falta quien se apresura a suplir el poco acierto de la señora encargada el bautizo y corre tras el barco a fin de que no caiga sobre éste la "mala sombra".
La tradición de que una mujer realice el bautizo
parece provenir de las épocas en que se asociaba la doncella
con la nueva nave y hasta con posibles sacrificios.
Lo cierto es que desde tiempos pretéritos
imaginamos historias inverosímiles, románticas, trágicas, emotivas,
en torno a los barcos, al mar...
a los naufragios y su misterio.
El glamour de aquel TITANIC
nos trae a nuestros días sentimientos encontrados
de amor y de confusión.
El rumbo...las piedras, el camino...
Vamos hacia un destino que puede torcerse en un segundo
y entonces
la vida se diluye en el aire
y nos movemos con soltura como fantasmas multiplicados
para quedar sepultados, finalmente,
en el protagonismo de los días.
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FELIZ TÉ DE LOS MARTES!!!.